Fluyendo

waterEl día había empezado de la manera más o menos habitual. En seguida a la sorpresa por descubrirse todavía vivo, escuchar la lluvia que se perpetuaba desde horas tempranas. Un sonido tranquilizador y aquietante. Ya del lado de acá, los sueños que todavía recordaba. Una especie de compañía muy querida. Sus dos hijos menores. Algo que le anidaba el pecho. Ver el cielo nublado. La cocina, como esperando los primeros pasos.

El abrazo matinal. Y recordar entonces la visita de su hija mayor y su esposo, hace tan poco. İCómo pasa el tiempo! Parecía ayer nomás que estaban en la peixada do Seixas. Almorzando. El mar verde, siempre mar. Verde. Y después el centro viejo de la ciudad. La Academia Paraibana de Letras. La iglesia de San Francisco. La Casa da Pólvora. La iglesia de San Pedro. Las calles bajando empedradas. A lo lejos el río, perezoso. Como esta mañana de domingo que se va despertando poco a poco. Y Cabedelo. El fuerte Santa Catarina.

La praia do Jacaré. El canto. El río, otra vez el río. Siempre el río. Praia Bela, con sus bambuzales y otro río llegando al mar, serpenteando. Las sombrillas y las mesas en el agua. Verde turquesa. Verde mar a lo lejos. Mar. Un horizonte verde mar. Turquesa. Y ahora aquí, en este intento de ir pincelando algunas cosas como para hacer un poco de luz en la mañana nublada. Miras hacia adentro. Miras hacia adentro. Miras hacia adentro y ves. Un río amarillo fluyendo. Sos ese río, esa agua. Amarilla. Celeste. Verde. Azul. Blanca.

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