El reloj

El reloj repite la metáfora. Lo miras. Las agujas dan vueltas y vueltas y vuelven al primer lugar. Miras las agujas dando vueltas.

El reloj de Lovecraft. El de la terminal. Los interminables relojes que usaste a lo largo de tu vida. Aquél de la canción de Cria cuervos.

El que Mamina te diera y perdieras en el cuartel, hace ya tantos, tantos años. Ahora ves el reloj de la sala y te preguntas qué tiempo es el que marca. Cuántos años pasaron.

Treinta y tres, dijo el médico. Treinta y tres años atrás cruzabas la frontera. Tanta gente haciendo lo mismo y no sabías, y sabías. Ocho de diciembre de 1977.

La canción de Amanda, sale el sol. Esta mañana lo viste salir entre las nubes sobre el mar. Clareando el cielo y los pasos de la gente, tus propios pasos.

La cara de tu amada en la Terminal. Otra vez la Terminal, terminala, che. Ya son las 06:41 de este sábado y no dan ganas de dejar de escribir. ¿Irías a la reunión del jueves?

Estás justificado, no necesitas, talvez descanses, talvez vayas, talvez no. Tal vez.

Sopla el viento en tus espaldas y te preguntas si aún hay algo más que quieras o debas escribir. Pasa un auto.

Las campanillas suenan y una motoneta pasa en sentido contrario. Otro auto.

Es hora de irse a dormir. Chau

Deixe uma resposta