Uniendo

foto¡Cómo en un día se mezclan tantas cosas! Tantos sentimientos. Sensaciones. Emociones. Alegría. Agradecimiento. Aborrecimiento. Una persona inconveniente llegando con su fundamentalismo desde el teléfono, desde muy lejos.

Cualquier fundamentalismo estará siempre lejos. Cada vez más lejos. Gente que se cree con el derecho de señalarte con el dedo porque seguís tu propio camino. El camino de Jesús, en mi caso. No me siento obligado a tener que permanecer en el error.

Si me equivoqué, perteneciendo durante años a un grupo en el que se cultivaba la disociación interior, la división entre ser espiritual y ser humano, nada me obliga a seguir permaneciendo en esa equivocación. Hoy no creo que ninguna creencia pueda ser más que la realidad.

Me molestó el tono soberbio de esta persona que, desde lejos, se sintió en el derecho de querer indicarme comportamientos. Una actitud típica de mucha gente de este grupo cuyo nombre prefiero omitir, pues no tengo el menor interés en polemizar con quienes se sienten dueños/as de la verdad.

No busco la verdad. Busco la realidad. Y la realidad está lejos de las creencias, lejos de las ideologías, lejos de cualquier fundamentalismo, lejos de cualquier fanatismo. Creo que mi trayectoria de vida me ha puesto en una situación y en un lugar, en el cual puedo ver que la gente no se divide según ideologías. Sino más vale, de acuerdo con sus actitudes frente a la vida.

Tengo certeza de haberme cruzado en mi camino, con gente con ideologías bastante diversas. Contrarias entre sí, y también opuestas a mi fe, mi sentir interior, mi sentimiento de lo que es bueno, noble y valioso.

Hoy he encontrado mi lugar en un volver a mí mismo, que me repone cada vez más en un estado original de unidad. Algo que tiene que ver con un sentimiento de paz y de alegría, contentamiento. Me encuentro sobre todo en mi familia y en las redes de las cuales participo.

La Terapia Comunitaria Integrativa, la literatura y la poesía; la oración, la fe, el amor. El camino de Jesús entra en este conjunto de fuentes de mi fuerza interior e identidad, como un ingrediente sui generis. No como algo superpuesto sino más bien integrado.

Algo que une lo que soy y el mundo. Cosa que no ocurría ni de lejos, cuando yo era miembro de ese grupo cuyo nombre prefiero no mencionar, donde todo era intelecto, y poco amor. Mucho discurso y poca práctica.

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